Historias de Vida | Las cosas por sí solos

28. julio, 2014 Historias de Vida
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            Mi nombre es María Luján Lugones, soy de Santiago tengo 32 años y estudié Licenciatura en Psicopedagogía en la Universidad Católica de Santiago del Estero. 

            Sólo soy una joven más, cuyas aspiraciones de un futuro profesional me motivaron a seguir adelante.  Sin embargo, el desafío es un poco más grande que el de cualquier otro estudiante.  A poco de nacer me diagnosticaron parálisis cerebral, producto de un accidente en el parto de mi madre.  Esto afectó parte de mi motricidad y habla, pero en ningún momento mi energía transgresora.

            Al terminar la secundaria, decidí estudiar educación especial. Quería abocarme a la enseñanza de los niños con discapacidad y ayudarlos: un poco con didáctica y un poco con ejemplo, a cumplir con todo aquello que sueñan y se proponen.  Lamentablemente, mi condición no me permitió acceder a esta carrera; pues el trabajo exige de ciertos aspectos más que intelectuales.  Lejos de desanimarme y quedarme de brazos cruzados frente al futuro, redireccioné mis objetivos.  Como la carrera de psicopedagogía “era similar a la educación especial”, decidí seguir ese camino.

            “He terminado de cursar y de rendir todas las materias.  Ahora ya presenté mi tesis, por segunda vez, con el tema: “La función del psicopedagogo en la integración escolar de una alumna con parálisis cerebral”. 

            2010 fue un año de superación plena, en diciembre rendí mi última materia y en 2011 ya pude presentar mi tesis.  Tuve algunos problemas con una persona del tribunal que no quería que me reciba, porque según ella “no puedo administrar los test”.  Le recordé que la “Psicopedagogía es mucho más que saber administrar los test, es acompañar a la persona en sus aprendizajes, asesorar a docentes, directivos, padres, etc. Es un  campo muy amplio, en el que hoy en día hay mucha demanda.  Así que este año, si Dios quiere, me recibo”

            Como cualquier otro universitario, quise prepararme de la forma más completa.  Estoy haciendo una pasantía en el instituto psicoeducativo “Logros” donde formo parte de equipos interdisciplinarios.

            Quise hacer una experiencia laboral ya que en la universidad no tenemos oportunidad de realizar una practica laboral.  Si tuvimos en el ultimo año de la carrera una materia de practica pre-profesional pero era solamente “académica”.  Lo tome como un desafío personal y motivador para que quienes tengan una cierta discapacidad, cualquiera que fuese, puedan ver que nosotros también podemos aportar un conocimiento distinto e inclusivo hacia otras personas.

            Ahora estoy acompañando en el proceso de aprendizaje a un alumno universitario que tiene parálisis cerebral.  Cuando un alumno egresa del colegio e ingresa a la universidad se encuentra con otro mundo diferente como por ejemplo no saber como estudiar.  Ahí se encuentra la “Función de la psicopedagoga”, brindarle al sujeto de aprendizaje las estrategias, formas, métodos y técnicas para poder estudiar y aprobar en la universidad.  Siempre he tenido como objetivo ayudar a los demás con esta discapacidad o la que fuese.  Mi meta es recibirme y decirle a la gente que sí se puede.  Que sean conscientes, capaces de decir y hacer las cosas por sí solos”.

            “Soy independiente”.  Si bien preciso de un andador para caminar y una asistente para salir y hacer trámites, logré conquistar autonomía en muchísimas áreas.  Gran parte de eso, se lo debo a la educación que me brindó mi mamá.  “Me ha criado de buena manera“, dijo y admitió que no tuvo intentos de sobreprotección.  El mejor método de cuidado que pudo obsequiarle fue la “confianza” plena en sus capacidades.

            “A las personas con discapacidad les digo que sí se puede alcanzar un sueño, una meta; nada más hay que esperar la oportunidad”. 

            “A las personas que son ‘normales’. Si no nos dan la posibilidad de expresarnos a nosotros, no nos pueden conocer”